Inicialmente dedicada a otro violinista, Beethoven dedicó finalmente su sonata al gran compositor y violinista francés Rodolphe Kreutzer. Irónicamente, Kreutzer nunca tocó la sonata, que, como muchos de sus contemporáneos, consideraba demasiado difícil para el público. Sin embargo, hoy es una de las obras de Beethoven más interpretadas, al menos en su versión para violín y piano. Fue el propio Beethoven quien escribió la versión para cuerdas que presentamos aquí. Como hemos demostrado a menudo en los últimos 20 años, la transcripción forma parte integrante del proceso creativo... hasta el punto de que, como aquí, ¡los compositores se transcriben a sí mismos! Una visión "preciosista" de la música nos haría creer que lo que estaba destinado a un instrumento nunca podría ser interpretado por otro y que una transcripción es sólo un parche. Pero toda la historia de la música nos demuestra lo contrario, hasta el punto de que a veces la versión transcrita es mucho mejor que la original.
Es difícil hablar de Beethoven sin mencionar a Mozart, aunque este último no supo ver el genio del primero. En la versión original de este "concertante", el propio Mozart interpretaba a menudo la parte principal de la viola. También en este tema, los grandes compositores-intérpretes de los siglos pasados eran más aventureros de lo que podríamos imaginar. Mozart y Beethoven... ¿el término "clásico" les sienta realmente bien? Nosotros los vemos más como creadores capaces de derribar todo conformismo. Juzgue usted.